
Cuando en la zona del noroeste de la ciudad de Córdoba eran casi sólo quintas, Don Aro vendía el “alfa” (alfalfa) para los caballos de tiro y de andar en el Kilómetro 14. En los meses de vacaciones escolares aumentaba su clientela. Don Aro cantaba con alegría tonadillas y zarzuelas, con un juego de “o” profundo de tenor. Sólo lo hacía cuando conducía su carro por caminos de tierra. Al llegar a la calle “macadamizada” (asfaltada) hoy calle Ricardo Rojas, se dirigía a los distintos portones para entregar los fardos de “alfa”. Los chicos lo seguían: - “¡¡Don Aro… Don Aro…!!” y el los saludaba con su brazo en alto. Descargaba los fardos montándolos en su hombro, de uno por vez, y luego los apilaba en el galpón.